Gestión de emociones concretas
Ante las ofensas y los enfados
Cuanto más sabes, más sabes lo poco que sabes.
Capítulo 9
Teniendo en cuenta todo lo que hemos visto anteriormente, para gestionar tus enfados y sentimientos de ofensa puedes aplicar las siguientes ideas.
- Piensa si la persona que te ha ofendido es simplemente un poco tonta, incapaz o necia:
Hay muchas veces un acto causado por la simple torpeza cognitiva de otra persona nos ofende.
Muchas veces las personas hacen cosas que nos hacen sentir mal por pura torpeza. O bien: 1) Porque no es consciente de lo que está haciendo, 2) No es capaz de evaluar el impacto que su actitud tiene, 3) o simplemente es incapaz de hacer las cosas correctamente.
Y sin duda estar ante este tipo de circunstancias es problemático. Por ejemplo si hay una persona conduciendo cambiando de carril en la autopista sin mirar. O que está conduciendo entre dos carriles.
Evidentemente es un problema, pero no debemos sentirnos ofendidos o enfadados por eso. Debemos pensar que probablemente esa persona simplemente no sea capaz de hacerlo mejor. No es consciente de lo que está haciendo y no sabe el impacto que tiene.
Lo que nosotros podemos hacer es simplemente tener más cuidado y ya está. Pero sentir enfados u ofensas ante esa circunstancia tiene nada positivo.
Piensa durante un momento en qué tal conduce el conductor medio. Regular, ¿no?
Piensa ahora que la mitad de las personas conducen peor que esa persona que te has imaginado.
Sentir enfados y ofensas por actos de torpeza cognitiva, es como sentirse enfadado por una ofensa de un bebé.
¿Te sentirías enfadado con una persona con una capacidad cognitiva tan limitada que no sabe lo que dice o lo que hace?
Si dejas que estas cosas te ofendan significa que tu capacidad cognitiva está al menos al mismo nivel.
Y como ya hemos visto anteriormente, en ninguno de estos casos nuestro enfado va a cambiar la situación. No van a hacer que la persona torpe deje de actuar como actúa o de ser como es.
Sentirse ofendido por la torpeza ajena es tan innecesario como inútil.
- Sé consciente de tu visión limitada del mundo:
Otra herramienta interesante para no sentir ofensas personales, es ser conscientes de que desconocemos la circunstancia personal que las personas a nuestro alrededor están viviendo.
Puedes estar en el supermercado y sentir que la persona en la caja es poco amable. Que no sonríe y que cuando le das las gracias ni siquiera te contesta.
Has de ser consciente de que no sabes por qué pasa esto. Nuestra visión de la realidad es muy limitada. Desconocemos la gran mayoría de las variables en cada circunstancia.
No sabes si esta actitud es causada por tú presencia. (Lo más probable es que no, porque como hemos visto a casi nadie le importan los demás)
O si tiene esa actitud tan negativa porque le está dando un retortijón, tiene dolor de estómago, ha dormido mal o porque su hijo está sacando malas notas en el colegio. Hay infinitas variables que pueden hacer que una persona tenga una actitud negativa.
Incluso puede ser que sea simplemente una persona amargada. Si es así compadécete de su situación y piensa en todo lo que estará sufriendo.
Piensa en lo que debe sufrir cada día de su vida con esa amargura. Viviendo en una lucha constante contra el mundo. Debe ser desgraciado tener una vida así. Es mejor sentir lástima por esa persona y no dejar que su actitud genere ira en nosotros/as.
Si sientes rabia contra una persona amargada porque esa persona sea una amargada, paradójicamente te conviertes también en una persona amargada y deberías sentir rabia también contra ti.
En cualquier caso, lo que está claro es que no podemos saber por qué una persona es como es, o por qué tiene cierta actitud. No podemos conocer toda la realidad de todo y nunca tendremos una visión completa de las cosas.
Solamente podemos controlar cómo nos relacionamos con estas circunstancias. Está en nuestra mano decidir sentir o no sentir el enfado.
De hecho si cuando te pasa algo así te lo tomas como algo personal y te ofendes significa que eres una persona egocéntrica:
- Piensas que tú causas esa actitud. Que tú eres la causa y el centro de los males de esa persona. Piensas que tú provocas esa actitud y por eso te lo tomas como algo personal.
- O piensas que esa persona se debe ajustar a lo que tu quieras. Que debe dejar atrás las circunstancias de su vida y observar tener la máxima amabilidad contigo. Independientemente de su situación personal.
En cuanto al segundo punto, evidentemente sería mejor que las personas fuéramos capaces de separar siempre los problemas personales y malestares de nuestra actitud con el resto del mundo. Que la gente fuera siempre respetuosa, amable y con buena actitud hacia los demás independientemente de sus circunstancias.
Pero esto no son expectativas realistas para la vida. No podemos esperar esto con la sociedad que tenemos hoy en día.
Las personas cargan mochilas llenas de preocupaciones. No podemos pretender que todo el mundo se adapte a nosotros y cambien su actitud constantemente para que nuestra experiencia de la vida sea más agradable. Porque poca gente lo hará. No hay que ser tan egocéntricos como para esperar que la gente actúe y cambie para que nosotros no nos ofendamos.
Aunque exista gente amable, gente siempre sonriente, gente con la que es un placer estar y gente capaz de separar su problemas de su actitud, no podemos pretender ni esperar que todas las personas con las que nos crucemos tengan este tipo de actitud.
Lo único que podemos hacer es cambiar nosotros. Podemos ser amables y sonrientes nosotros mismos, podemos convertirnos en una de esas personas y que la gente a nuestro alrededor disfrute de esta experiencia.
Ser una persona amable con el resto de personas simplemente por el hecho de disfrutar entregando esa amabilidad es ya una recompensa en sí mismo. Pero no esperes que la gente reaccione con la misma amabilidad, aunque será más probable que la gente sea amable contigo si tú eres amable primero.
La actitud de las otras personas está fuera de nuestro margen de acción. No podemos hacer nada para cambiarlo.
Si la actitud de una persona te ofende, puedes sentirte mal y no lograrás nada sintiendo esa ofensa.
Sin embargo tenemos bajo nuestro control nuestra propia actitud. Nuestra forma de interactuar con el mundo sí está en nuestro margen de acción. Podemos decidir si dejamos que una ofensa penetre o si no.
- Pon el foco en la intención – interpreta correctamente lo que escuchas.
Otras veces nos ofendemos simplemente por un error interpretativo.
Un error en la interpretación de las palabras, un error en la interpretación del mensaje y la intención detrás del mensaje.
1. Los errores en la interpretación de las palabras:
Ocurren porque las personas no sabemos comunicarnos efectivamente.
Si te has ofendido es altamente probable que la persona ofensora se haya expresado mal. Con palabras poco apropiadas, un lenguaje verbal poco apropiado, etc.
Pero también es probable que tú lo hayas interpretado mal. Aunque las palabras fueran correctas.
Nuestra experiencia del mundo es algo totalmente subjetivo y es fácil que hagamos interpretaciones erróneas de las palabras.
Y por otro lado, cometer un error al elegir las palabras, al emitir el tono, o expresar el lenguaje verbal es más fácil de lo que parece.
Y el mundo está lleno de personas incapaces de comunicarse bien.
Estamos rodeados de malos/as comunicadores y no pasa nada.
Simplemente antes de ofenderte por algo piensa si la intención era realmente causar una ofensa.
Pregúntate si la forma en que se ha emitido el mensaje fue correcta, y pregúntate también si tu interpretación fue correcta.
Y en cuanto a ti, busca ser impecable con tus palabras.
Cuando hables escucha tu voz y como has emitido el mensaje. Piensa si la otra persona ha recibido información adecuada, suficiente y correcta.
Nosotros sabemos lo que queremos decir y asumimos que la otra persona nos entenderá fácilmente aunque la información que estemos transmitiendo quizás sea incompleta e inadecuada.
Entre lo que siento,
lo que pienso sobre lo que siento,
lo que digo sobre lo que pienso,
lo que escuchas sobre lo digo,
lo que piensas sobre lo que escuchas,
y lo sientes sobre lo que piensas.
Hay un mundo de posibilidades.
2. Error en la intención y el mensaje detrás de las palabras.
Al menos tan común como los errores en las palabras. Es increíblemente fácil interpretar las cosas de una forma que nos ofendan. De nuevo entramos en el mundo del puro YO. Del egocentrismo maximizado.
Escuchamos algo y asumimos que nuestra subjetiva interpretación de estas palabras es la correcta.
Olvidamos que estamos escuchando a otra persona y que debemos tener en cuenta qué es lo que la otra persona quiere decir.
¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir?
Hay que saber escuchar y buscar cuál es su la verdadera intención en el mensaje. No asumir cuál es la intención.
Es estúpido pensar que nuestra interpretación de la intención detrás del mensaje es la correcta y que valoremos más esto que la intención real de la persona emitiendo el mensaje.
A veces las personas dicen cosas, describen una situación o un hecho sin más interés que transmitir un dato. Dar cierta información sobre un asunto, sin ninguna intención más allá de esto. Incluso en estos casos algunas personas son capaces de ofenderse. De forma automática sienten que están recibiendo una crítica.
Un día estaba en casa de mi exnovia cortando unos tomates y le dije que el cuchillo que estaba usando no cortaba. Porque el cuchillo efectivamente no cortaba.
Para mi sorpresa, al decir esto la chica se sintió increíblemente ofendida y me contestó algo como:
“Claro, es que en tu casa todos los cuchillos cortan genial verdad, ¡es que todo en tu casa todo es mejor y aquí todo es una mierda!”
No me lo podía creer, pero así fue. Un simple mensaje, interpretado de una forma errónea había sido capaz de provocar una ofensa terrible.
Supongo que todos/as hemos vivido momentos en los que sin querer hemos ofendido a alguien. Sin que tuviéramos intención alguna de hacerlo. Y sin que fuera culpa nuestra. Simplemente por una interpretación errónea de la otra parte.
En estos casos lo mejor es que nosotros tampoco nos ofendamos ante la reacción de la persona ofendida.
Simplemente hay que clarificar que nuestra intención no era ofender a nadie y tratar de expresar nuevamente lo que estábamos diciendo. Desde la calma y la serenidad.
- Gana la batalla si te atacan:
Ya lo hemos visto antes pero vale la pena repetirlo.
Imaginemos una persona que nos falta el respeto o nos insulta de forma directa. Hemos pasado todos los filtros anteriores y no hay dudas sobre lo que está haciendo y diciendo.
Tiene un objetivo claro que es hacernos sentir mal.
¿Cómo podemos actuar ante esto? ¿Qué podemos hacer para defendernos, mitigar nuestra ira y no sentir la ofensa?
Lo primero es ser conscientes de que la persona que nos insulta está buscando precisamente que nos ofendamos.
Esta persona busca herirnos y hacernos sentir mal. Busca generar una reacción en nuestro interior. Quiere crear en nosotros una emoción negativa que nos afecte profundamente.
Si esa reacción ocurre dentro de nosotros, esa persona habrá logrado su objetivo. Si sientes rabia, ira, enfado, o miedo, la persona habrá triunfado en su ataque contra ti.
Habrás dejado que una persona que te quiere dañar tome las riendas sobre tus emociones y tus sentimientos. Que controle tu mente y tu vida para dañarte.
Si por el contrario somos capaces de mantener la serenidad y la calma y no reaccionamos, la otra persona habrá fracasado en su intento de hacernos sentir mal. Y además sabrá que ha fracasado.
Esto no se trata de “aguantarse” y negar las emociones. Para nada. Simplemente se trata de ser conscientes de esto. Tenemos que ir practicando hasta llegar a un punto en que este tipo de cosas no nos afecten.
La autogestión emocional debe ser tan eficaz como para evitar que las ofensas directas nos afecten.
En estos casos el silencio como respuesta es una opción. Pero no es una obligación y tampoco debe ser la opción preferida.
La opción preferida ante una ofensa, es una contestación serena, una corrección tranquila pero firme.
Puedes preguntarle a la otra personas por la utilidad de sus palabras. Del mismo modo que te lo preguntas a ti mismo/a cuando haces un análisis de tus emociones:
- ¿Qué buscas conseguir con las palabras que dices?
- ¿Encuentras placer al hacer esto?
- ¿O de qué te sirve insultarme?
Y puedes preguntar también por la causa de su reacción. Además mostrarás empatía frente a la ofensa. Demostrarás una vez más que estás por encima de la situación.
- ¿Por qué reaccionas así?
- ¿Te he causado una ofensa?
- ¿Por qué te sientes mal?
- ¿Qué he hecho que te haga sentir así?
En estos casos debemos guardar un tono comprensivo y honesto porque si lo preguntamos de una forma condescendiente (o un tono inadecuado) la otra persona puede sentir que te estás riendo de ella y que su reacción sea todavía mayor.
También en caso que la persona simplemente te insulte, o haga una declaración ofensiva en tu contra, puedes reaccionar desde la serenidad mostrando simplemente tu desacuerdo con su declaración. Si por ejemplo te dicen “Eres un imbécil, o un capullo egoísta”, puedes contestar.
- “No estoy de acuerdo con lo que dices” – y no decir nada más.
- “Eso es solamente tu interpretación de las cosas”
En último lugar, si la situación está en un punto demasiado fogoso, a veces no vale la pena seguir discutiendo o intentar mitigar la ira. A veces lo mejor es hacer una retirada serena y decir algo como:
- “Prefiero que sigamos hablando en otro momento, cuando estemos más tranquilos”. Hablando en plural evitas que la otra persona se sienta nuevamente atacada. No pones el foco del problema en su actitud sino en la situación.
- “Quizás sería mejor que dejáramos esta conversación para mañana”.
- “Entiendo que estés enfadado/a y que quieras seguir hablando del tema, pero te agradecería si pudiéramos hablar después o en otro momento, pero no ahora”.
Si esto tampoco es posible, entonces la retirada serena sin decir nada puede ser en algunos casos la mejor opción.
Recuerda que la amígdala puede secuestrar el cerebro y evitar que pensemos. Esto nos pasa a nosotros y al resto de personas.
A continuación incluyo también algunos ejemplos de respuestas interesantes para aquellos casos en los que la discusión se haya contaminado. Cuando estemos entrando en un periodo refractario donde nos cueste pensar con claridad. O donde no seamos capaces de ver una solución fácil sobre un asunto.
- “Por favor, necesito pensar sobre todo esto antes de poder contestarte”.
- “Déjame pensar un momento sobre lo que estás diciendo antes de seguir”.
- “Estoy un poco confundido/a con lo que estás diciendo, puedes aclarar esto de (….)”
Puedes practicar esto con discusiones internas pero cambiando la mecánica.
No te imagines discutiendo y dando contestaciones ingeniosas para “ganar” o “insultar mejor”. Piensa en frases y otras técnicas que puedan ayudar a resolver la situación y solucionar los problemas.
Piensa en qué puedes hacer para conseguir una victoria real:
Solucionar los problemas desde la mente racional, con poca involucración emocional, limitando tu reacciones y encontrando el mejor camino para volver a la paz.